Un 27 de agosto, pero de 1920, se llevó a cabo lo que se consideró la primera transmisión radial oficial de la Argentina
Un 27 de agosto, pero de 1920, se llevó a cabo lo que se consideró la primera transmisión radial oficial de la Argentina. “Señoras y señores, la Sociedad Radio Argentina les presenta hoy el Festival de Richard Wagner, con la actuación del tenor Maestri, la Soprano argentina Sara César y el Barítono Rossi Morelli”. Un grupo de cuatro médicos entusiastas apodados “los locos de la azotea”, transmitieron la ópera “Parsifal” con un pequeño micrófono, un transmisor de escasa potencia y las antenas en los techos del teatro Coliseo de la ciudad de Buenos Aires. Los autores de aquel hecho histórico que dio comienzo a la radiofonía argentina fueron Enrique Susini, Miguel Mujica, César Guerrico y Luis Romero Carranza.
En 1968, también un 27 de agosto, la Sociedad Argentina de Locutores (SAL) les rindió homenaje a los pioneros “los locos de la azotea” e hizo pública la iniciativa de instituir a ésa fecha como el Día de la Radiodifusión Argentina, hecho que se logró dos años después con el reconocimiento oficial a través de un decreto del Poder Ejecutivo Nacional.
Por éste motivo, dialogamos con Guillermo Hemmerling, referente de la radiofonía, una voz legítima y autorizada que hace más de treinta años se desempeña en diferentes radios hasta su actualidad en Cadena 3.
¿Qué es la radio para Guillermo Hemmerling?
La radio es todo para mí. Llevo más de treinta y tres años en la radio desde marzo de 1990. Desde que empecé a trabajar en un programa de una radio de Villa Allende no dejé nunca más. Jamás estuve sin hacer radio, y estoy por cumplir 28 años en Cadena 3.
Pasé más de la mitad de mi vida en la radio, en contacto con la gente, integrando y armando equipos, sin dudas la radio lo es todo.
¿Cuándo y cómo nació tu amor por la radio?
Creo que el amor por la radio nació en el secundario cuando escuchaba mucha radio, cuando intentaba grabar canciones que me gustaban, cuando intentaba armar mis propias listas de reproducciones en los casettes, ahí creo que nació mi amor por la radio.
Y apenas terminé el secundario en el 89, con un compañero del cole al que le encantaba poner música, era dj, y también le gustaba mucho la radio, nos armamos nuestro propio programa en Villa Allende, y ahí empezó ese sueño y enamoramiento por la radio, allí comenzó a hacerse realidad.
¿Cómo fue tu primer encuentro con la radio? Tu primera experiencia o trabajo
Mi primer encuentro fue escucharla, de estar con la radio sobre mi cama, en mi habitación con el dedo sobre el botón de pausa para sacarla cuando presentaran una canción que me gustara y que quería tenerla.
Esa fantasía de no conocer a la persona que hablaba, de no saber quién era o como era, pura magia fue mi primer encuentro con la radio. Mi primera experiencia fue en la 97.9 FM Villa Allende con un programa propio que nos autogestionábamos con mi amigo Cristian del colegio.
En el mundo de la radio, ¿un ídolo de niño?, ¿un ídolo de grande?
Mi ídolo de niño, o de ese joven del que te hablé, era Rubén Alvaraz, lo escuchaba a la siesta después del horario escolar y me encantaba su programa Ondas en FM 99.7, escuchaba también a Fernando Torres Martínez y a Mario Zanoni. Ellos fueron mis ídolos y referentes en mi juventud.
Y de grande, mis maestros Rony Vargas, Miguel Clariá y por supuesto Mario Pereyra.
¿Qué encontrás en la radio que no tiene la televisión?
La radio es absolutamente distinta a la televisión, son cosas tan diferentes que me gusta muchísimo una y no me gusta tanto la otra, así de diferentes son para mí. Si bien tuve la chance de hacer tele, y no descarto hacer de nuevo y me gusta también pararme delante de una cámara, no te diría que es lo que más me gusta.
En cambio la radio es esa comunicación permanente, esa vorágine, vértigo, la posibilidad de poner música que en la tele prácticamente no se pone y es tan importante. Hay muchas cosas que encuentro en la radio que la tele no me da.
Estuviste en casi todos los horarios de la programación de Cadena 3 y cosechaste éxitos en todos los programas que condujiste, ¿Cuál es el secreto?
Voy programa por programa, el de los sábados a la tarde fue mi primer programa en la radio y duró del año 2000 al 2014. Ese programa tenía la particularidad de que el sábado a la tarde es un momento tan especial para la radio y que justamente, en relación a la pregunta anterior, es un momento muy pobre televisivo, el menor encendido de tv de toda la semana.
Entonces con muchas ganas de turistear, de contar lugares, de presentar lindas canciones y de jugar se hace un programa como el que fue Tiempo compartido, que fue muy exitoso. Después se transformó en más exitoso el domingo a la mañana.
En el 2014, cuando hubo que hacer unos cambios de programación, me mudé de día y de horario con nombre y equipo, y también llegó a ser el programa más escuchado de la radio después de Mario. Con la misma tónica pero con un poco más de vértigo al tratarse de un domingo a la mañana.
Haber estado con Rony por supuesto el éxito no era mío, solo aportaba un granito de arena en todos los años que estuve con él. Sólo aportaba mi granito de arena también, en los casi veinte años que estuve con Miguel Clariá.
Y ahora tratando de aportar lo mío en la mañana, que es un inmenso desafío pero cuando se trabaja en equipo se vuelve todo más fácil. No es un secreto mío, es trabajo en equipo.
Parafraseándote, ¿te gusta lo que haces?
Si me gusta lo que hago, de hecho al programa lo hago a partir de que a mí me gusta lo que hago y descubrí que hay mucha gente a la que le gusta lo que hace aunque sea muy diferente a lo que yo hago.
Imposible no nombrar a Mario Pereyra si hablamos de radio y de Córdoba, ¿Fue un gran peso tomar el timón de “juntos”, hoy convertido en “siempre juntos”?
Por supuesto que fue un gran peso personal y un gran peso de equipo, pero ese mismo peso se aligera muchísimo al trabajar en equipo, y nada estaba librado al azar en cuanto a cómo seguía la radio después de la noticia tremenda de noviembre del 2020.
Lo que ocurrió estaba pensado previamente, estaba ya imaginado, solo que el desenlace no fue el que se esperaba, lo de Mario fue una sorpresa terrible para todos, pero se estaba trabajando en lo que seguía, en el tiempo que venía, así que nos tomó por sorpresa la noticia y tuvimos que adelantar los tiempos nada más. Se trabajó con mucha adrenalina y tranquilidad a la vez porque contábamos con todo el apoyo de toda la radio.
¿Uno es consciente del alcance permanente y de la compañía que tiene en la vida del oyente?
La conciencia del acompañamiento al oyente está, y es además el objetivo que perseguimos todos los días, poder acompañarlos, si los tiempos no son buenos poder estar de alguna manera para tratar de, además de informar, entretener y hacer pasar buenos ratos.
Recibimos mucha devolución de los oyentes celebrando que eso ocurre, lo tenemos a la vista y entonces el feedback y la comunicación permanente de saber que lo que estamos haciendo le hace bien al oyente nos hacen tener conciencia de ese alcance y compañía.
Es conciencia de todos los días, de saber que estamos cerca de los oyentes, ocurrió mucho en pandemia, que la radio se convirtió prácticamente en la única voz que muchos escuchaban, pudimos sentir más cerca a los oyentes y ellos nos sintieron más cerca a nosotros.
Por Ale Galvaliz