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El 20 de junio se conmemora el Día de la Bandera en homenaje al paso a la inmortalidad de Manuel Belgrano, quien falleció ése mismo día en 1820. Belgrano nació en 1770 en la ciudad de Buenos Aires, perteneciente al ex Virreinato del Perú en aquel entonces. Fue abogado, economista, periodista, diplomático y militar.

En 1812 Manuel Belgrano propone al Gobierno la creación de una “escarapela nacional” con el fin de diferenciarse de los enemigos en el campo de batalla y de reconocer a los soldados propios en pleno combate. El Triunvirato aprueba la escarapela blanca y celeste, y con el entusiasmo que le produjo esto, diseña una bandera con los mismos colores, enarbolándola por primera vez a orillas del río Paraná, en Rosario, el día 27 de febrero de 1812, durante la gesta por la Independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Su origen parte de la escarapela, y sobre los colores que la componen hay diferentes versiones. La tradición resalta tres posibles referencias: los colores del cielo, los de la familia Borbón en España, o la vestimenta de la Virgen de la Inmaculada Concepción.  Ésta última, la más difundida por la profunda devoción de Belgrano a la Virgen.

En el centro de la franja blanca se encuentra un sol, conocido como sol de mayo, sol incaico o sol de guerra, en conmemoración por la Revolución de Mayo, e incluido a la bandera en 1818 por Juan Martín de Pueyrredón, titular del Poder Ejecutivo por entonces. El sol es de color amarillo oro, con treinta y dos rayos en donde la mitad apuntan en sentido horario, mientras que la otra mitad están rectos, todos dispuestos en torno a la figura principal. Es una curiosa mezcla de la lucha revolucionaria por la independencia y del culto al sol.

Antes de 1985, la bandera con el sol era usada únicamente por los militares y las instituciones oficiales, luego de esa fecha, pasó a tener también uso civil.

La fecha fue decretada por la Ley N° 12.361 del 8 de junio de 1938, con aprobación del Congreso, por el entonces Presidente de la Nación Argentina, Roberto Marcelino Ortiz.

Por Ale Galvaliz